Yo también soy un niño. De cuarenta y tres años, pero niño. El espíritu es lo que cuenta, dicen, así que niño a todas caras. “¿Pero tienes poco de niño?”, aducirá quien fisgue mi perfil y aprecie mi barba de talibán del Hindukush. Es posible, igual no doy mucho el pego. Igual no soy muy creíble, pero no mucho menos que tú, hija mía, a quien dirijo esta carta.
Carta abierta de una chica de 13 años: «Nos duele que nadie se proponga cambiar el sistema educativo» (EL MUNDO 23-06-2019)
Sé que andas metida a columnista por un día, lo cual no imaginas como nos congratula y satisface a todo el cuerpo docente, ya que es señal inequívoca de que algo, aunque sea un poquito, habremos hecho bien. Entrar ya tan jovencita en un mundo tan complejo como el periodístico, en donde ya solo publican aquellos nóveles que se aflojan el bolsillo, o que se pliegan de rodillas a los mezquinos propósitos de las editoriales, no deja de sorprendernos. Sin embargo tu talento natural, tu prosa fresca, y tu manejo de la lengua digno de los mejores académicos, te ha brindado la oportunidad de poder expresar tus sentimientos, quejas y anhelos, aprovechando la coyuntura para arremeter con dureza contra tus docentes, que paradojas de la vida, son los mismos que te dieron las herramientas que ahora utilizas para poder expresarte con tanta dulzura y belleza.
Aún así, entiendo y comparto tu pesar. Aunque no lo creas nosotros, los docentes, también nos vemos atrapados en la vorágine de un sistema encorsetado y obsoleto que no hemos creado. En muchos casos ni siquiera compartimos, y sufrimos como tú, día tras día, su desfase y su hipocresía. Me gustaría poder explicarte que estamos juntos en esto. Que ambos, alumnos y profesores somos víctimas de un mismo despropósito. Pero veo que tú ya has decidido quién es el enemigo en esta guerra. Nosotros.
No te intentaré convencer. Solo quería que lo supieras. Quería que supieras que son muchos los docentes que cada vez que pisan el aula quieren hacerlo un poco mejor. Que son muchos los que tienen ganas por hacer que la rueda comience a girar, por ir dando pequeños pasos. Pero sin embargo entiendo que no lo veas así. A nadie le interesa sacar eso. Vende más su pobre vocación, su falta de interés, su desidia y su mala praxis. Mola más y es más creíble un docente youtuber, un coach, un influencer o un personaje televisivo hablando de educación, que no una persona que la vive día tras día en las aulas. Frente a vosotros. Por eso no te culpo.
Si me enfada y me indigna, que todavía como dices haya profes que griten y humillen a sus alumnos. No pondré tu palabra en duda, pero sin embargo sabes perfectamente que es una minoría muy pequeña. Anecdótica más bien. A nadie ya le pasa por su cabeza cometer semejante fechoría. Más bien está sucediendo lo contrario, y tú como alumna de secundaria deberías saberlo. Denunciarlo. Son los profes hoy día los gritados y humillados. En los pasillos, en las clases, en los aledaños del centro, bien por sus propios alumnos, o bien por padres indignados ante notas, partes o llamadas de atención. No veo en tu carta atisbo ninguno de esta otra realidad. ¿Acaso no tenemos todos los mismos derechos?
Comparto contigo lo de las excesivas horas de trabajo. Lo de los deberes, la verdad, creo que poco a poco debe de cambiar. Pero es difícil que haya quórum. No entre los docentes, que también, sino entre los propios padres de los alumnos, entre los tipos de centros escolares y por supuesto entre las diferentes políticas educativas partidistas. Lo fácil cuando no hay acuerdos es cargar siempre contra los mismos, y en eso creo que te equivocas al señalar culpables, ya que todos lo somos en tanto que cada uno tiene una idea de educación en su cabeza, tú también, y el periódico en el que escribes más todavía, y aspiramos con ansia a que esta prevalezca ante la de los de demás. Así que intenta como buena estudiante que eres darle la vuelta a la situación. Estudiar un poquito cada día, para que luego no tengas que vomitar como dices todo en el examen. Eso es una decisión tuya. Nadie te dice que tengas que empacharte a apuntes el día anterior. Sé que es complicado conciliar las horas de estudio con todas las actividades extraescolares, y con las cuatro horas de media que los jóvenes pasan hoy en día delante de las pantallas, pero hay que saber adaptarse.
Cambiar el sistema como nos dices, no depende de tus docentes. Depende principalmente de los políticos que jamás llegaron a acuerdos en materia educativa, pero también de los grandes grupos de poder de este país, quienes juegan a mover los hilos de la sociedad. Así que ahora que tienes contactos aprovecha, ya que puede hacer más por esta reclamación tuya el director del medio en el que escribes, que el de cualquier centro educativo. Es así de simple, de triste y de obsceno.
No es la escuela la culpable, de que el día de mañana tu integración en el mercado laboral vaya a ser entre escasa o nula, sino los mercados. Son ellos y sus empresas, quienes dictan las reglas del juego. Son ellos quienes a través de sus charlitas financiadas, esas que proclaman las bondades de las nuevas pedagogías innovadoras, de sus inteligencias múltiples que tú nos lanzas a la cara, quienes enmascaran el fracaso del sistema centrando el debate en lo que pasa en las aulas. ¿No te has parado a preguntar, que si tan claro tienen lo que hay que hacer y tan filantrópico es su dinero, por qué no dedican el mismo a bajar las ratios de los centros, me sorprende que no te hagas eco de ellas, y a mejorar de verdad los itinerarios educativos, que consoliden de una manera mucho más óptima el tránsito hacia ese mercado laboral?
No es la escuela, ni tampoco tus profesores, quienes vayan a obligar a tus padres a hacer un último sobreesfuerzo económico para que tú llegues a la universidad. No son ellos quienes han puesto el altísimo precio a los másteres que tendrás que hacer una vez acabada tu carrera si quieres poco a poco comenzar a trabajar de malas maneras en alguna empresa de trabajo temporal. No son ellos quienes diseñaron sistemas educativos de varias velocidades en función de lo que cada uno guarde debajo de su colchón. No son ellos quienes diseñaron todo esto, aunque a ti, ahora en tu ingenua juventud, así te lo parezca. Ojalá seas hija de aquellos que pueden permitirse una, dos y tres posibilidades. De los que ante el fracaso, sacan la cartera y pueden costearse la enésima oportunidad. De verdad, ojalá seas tú y lo fueran todos, pero la vida no es así. El sistema por desgracia es este y de verdad, no lo inventaron tus profesores.
De todo corazón te deseo que descanses y disfrutes del verano. Nosotros lo haremos metiendo los pies en el agua con el rictus de quien espera a las puertas de un tanatorio, ya que hasta celebrar las vacaciones es sinónimo nos dicen de falta de vocación e interés por la docencia. Léete un buen libro y sigue siendo crítica con todo lo que veas. Eso sí, si por casualidad coincides con alguno de tus docentes, de los de antes o de los de ahora, siéntate con él y habla distendida. Pierde unos minutos conversando a su lado. Cuéntale y que te cuente. Pregúntale por qué son así las cosas. Seguro que para el próximo curso, tu carta ya ha cobrado otros matices. Seguro que para el próximo curso ya no estamos en trincheras tan alejadas.
Un fuerte abrazo.
Felicidades por tu respuesta. Merecidas vacaciones. Cristina
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No puedo estar más de acuerdo contigo. Bravo!!
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