Ayer 12 de abril, aunque no lo crean, se dio el definitivo pistoletazo de salida a una nueva campaña electoral, que desembocará en las próximas elecciones generales del día 28. Digo aunque no lo crean, porque de un tiempo a esta parte, nuestros políticos se han erigido en los auténticos rockstars del momento, acaparando hasta el aburrimiento los medios y programas televisivos que nos los cuelan por la gatera en todas nuestras casas, también en la de Bertín, de manera que todos creíamos estar ya en campaña desde hace unas semanas.
En lo que a nosotros nos concierne, la educación, por el momento es a golpe de titular de diario afín y de post en redes sociales, donde más se están haciendo notar, salpicando las mismas con disparatadas y rimbombantes propuestas educativas, con el mismo rigor empírico, prudencia y sensatez que si las dijera mi hijo de cuatro años.
Es necesario en estos días que se nos vienen, entrenar el aguzar bien el oído para detectar el troleo facilón, ya que desde cualquiera de los cinco partidos importantes, sí digo cinco han oído bien, les guste el número o no, intentarán meternos la mentira educativa doblada, mientras nos hacen la rimita fácil y obscena con el numerito en cuestión.
Recelen pues y levanten bien las orejas como liebre en coto de caza, cada vez que les escuchen una de estas cinco afirmaciones, porque todo lo que argumenten a partir de ellas, tendrá la misma veracidad que ver un burro volando:
1.- “La educación es para nosotros algo fundamental”.
Nada. Bacalá. Mentira. Ni lo es para ellos, ni ojo, tampoco lo es para el resto de la sociedad, en la que tristemente tengo que incluir a muchos padres y también a otros tantos docentes. Aquí como acostumbra a decir el filósofo y pedagogo español José Antonio Marina, “Solo nos acordamos de la educación cuando truena”. Si uno mira los resultados de los últimos barómetros (CIS-Enero 2019), en cuanto a las preocupaciones de los españoles, encontramos la educación en un pírrico noveno puesto, muy por detrás de: el paro, la política, la corrupción, los problemas económicos, la sanidad, la inmigración, los problemas sociales, la calidad del empleo y las pensiones. Cabe destacar que la independencia de Cataluña como tal, y la violencia contra las mujeres, valor este último que por desgracia con más fuerza repunta en los últimos meses, estarían englobadas dentro de los apartados de política y problemas sociales.
Es decir, de educación a nosotros, los padres, lo que nos importa es aquello de “que hay de lo mío”. Si mi niño o mi niña va bien, no hay problemas y todo marcha, la educación funciona y no hay porqué preocuparse, pero si la cosa, por la razón que sea, educativa, curricular, social, metodológica, emocional, o por puro capricho del nene, no va como deseábamos o esperábamos, entonces sí que la percibimos como un problema, por lo que es lógico ante esta percepción tan peregrina que les transmitimos, que a ellos, los políticos, tampoco les importe más de la cuenta el tema, tomándosela en serio eso sí, únicamente en estos días de campaña, pero más por lo populista del asunto que por la profundidad de la cuestión. Mal empezamos.
2.- “Nuestro compromiso firme es el de luchar por un pacto educativo de estado”.
¿Se han dando cuenta que están obviando hasta hora en esta precampaña formular esta hipótesis? Están tan lejos unos de otros, son tan soberbios y les da tanta pereza sentarse a debatir, que directamente van a pasar del tema. No nos mienten aquí con su palabra, sino que otorgan con su silencio. En algo tan crucial como establecer un sistema educativo consensuado, que tenga estabilidad y recorrido en el tiempo, van a actuar una vez más como niños en recreo ante una cuerda perdida, tirando con furia cada uno hacia su lado intentando arrastrar al contrario, que yéndole la vida en ello se resistirá hasta partirla, enfrentándonos también como sociedad en materia educativa. Son ya entre cinco y siete reformas educativas, con sus consiguientes contrareformas, en apenas cuarenta años. ¿Ya está bien, no? Tengan un poco de dignidad.
3.- “La educación nos hace libres”.
Gritan entusiasmados en el clímax de su prédica ante un público entregado. Y así es, no nos mienten esta vez, la educación, la cultura, el saber, el conocimiento, hacen al pueblo libre, pero la omisión de esta, su inexistencia, o la extensión del monopolio de la ignorancia a la que con algunas propuestas educativas nos quieren abocar (“Canarias, la primera comunidad que hace obligatoria la educación emocional en los colegios. Los alumnos de primero a cuarto de primaria recibirían menos horas de matemáticas y lengua”. “Celaá defiende dar el Bachillerato con un suspenso: El peor castigo es la rebaja de la autoestima»), a quien verdaderamente hace libres es a ellos, a nuestros gobernantes, que ante una futura sociedad acrítica, aborregada y conformista, tendrán mucho más fácil manejar el cotarro exentos de sobresaltos e impertinencias ciudadanas.
Disculpen el pesimismo, pero es la sensación que da esta educación del “todos palante”, del “no pasa nada” o del “que nadie se frustre”. Lejos de acercarnos a esa libertad que preconizan, nos obligan a cara de perro a ejercer el vasallaje de un sistema burocrático-educativo claustrofóbico que somete a docentes, exaspera y estresa con su absurdo resultadismo precoz a padres y esclaviza a alumnos frente a unos contenidos estándares, prefijados e inamovibles.
4.- “Queremos acabar con el adoctrinamiento en las escuelas”.
¿Pero aquí…, quién adoctrina a quien? Porque todos los partidos indistintamente utilizan esta afirmación por igual. Las izquierdas contra las derechas con las religiones de por medio, las derechas contra las izquierdas con sus valores progresistas y sus asignaturas ciudadanas, unos y otros sobre los feminismos, todos se quejan de que quienes adoctrinan son los independentistas, y estos de que quien adoctrina es el estado español, para algunos de ellos todavía franquista, que también desde su tumba adoctrina a los benedictinos del Valle: “¡A mí de aquí que no me saquen!, ¿habéis oído?”, y finalmente todos a una dicen que quien adoctrinan son los maestros en las escuelas, como si no tuviéramos otra cosa que hacer. Bastante tenemos si encontramos un rato para ir a mear.
Tal es la psicosis adoctrinadora que se le presupone al docente, una suerte de maléfico bardo medieval que engatusa a sus alumnos con sus patrañas, que VOX ya ha preparado una batería antiaérea en forma de PIN parental, de manera que ningún docente, y cito textualmente, podrá hablar en clase sin el “… consentimiento expreso de los padres en el caso de que en la escuela se fueran a tratar: contenidos de valores éticos, sociales, cívicos morales o sexuales”. Mira que se está poniendo complicado esto de dar clase.
¡Vamos a ver criaturas!, que diría nuestro presidente, a ver si nos enteramos de una vez. Aquí los únicos con intención deliberada de adoctrinar son ustedes, los partidos políticos, intentando elección tras elección a través de sus ocurrentes asignaturas, vender la filosofía y los valores que a ustedes como sociedad más y mejor les representan. Repasemos la precampaña: “Rivera propone una asignatura obligatoria de la Constitución española”, “Podemos creará una asignatura de feminismos”, “Valores cívicos y éticos, será la nueva «Educación para la Ciudadanía» que quiere implantar el PSOE”, mientras que el PP directamente apunta mucho más alto, ¿para qué alentar una asignatura pudiendo promover todo una etapa educativa a mi imagen y semejanza?, “Pablo Casado propone implantar el bachillerato concertado en toda España”. Esto es, el muro de Trump traído a la educación, una nueva etapa subvencionada para unos pocos, pero pagada por todos los demás.
5.- “Queremos contar con toda la comunidad educativa”.
Última mentira. La más gorda, y también la más arriesgada. No van a contar con nadie, ni con docentes, ni con familias, ni mucho menos con los alumnos. Desde tiempos inmemoriales esto ha sido así, controlar la educación ha sido el anhelo de toda forma de poder o gobierno que se precie, no solo en España, sino en la historia de las civilizaciones, en tanto en cuanto que disponer de ella y de su dominio, presupone el control de la propia sociedad. Con quienes sí que van a contar, y ya llevan mucho tiempo haciéndolo son con macro entidades bancarias, multinacionales y oligopolios económicos y financieros, que en supuestos altruistas congresos educativos, además de lavar su imagen de cara a la galería presentándose como entidades comprometidas y preocupadas con la sociedad, y de engordar sus arcas con el negocio en el que han convertido la educación, lanzan sus ideas y proclamas de hacia dónde debe de encaminarse ese mundo educativo, que no es otro que el de sus propios intereses comerciales, aquí ya se sabe que nadie da puntada sin hilo, así que desconfíen de las charlitas educativas patrocinadas, y de las conferencias y conferenciantes sobre educación, bajo cartelón con las siglas de estos perversos mecenas. No sean ingenuos. No les perdonan ni una triste comisión y van a creer que se las están dejando por pura filantropía. ¡Venga hombre! ¿Si tan altruistas son, porque no ayudan con ese dinero a la mejora de los recursos humanos y materiales de los centros educativos?
Mal panorama se nos queda y mal cuerpo también, pero oye, mejor decirlo con las vacaciones por delante, para aquellos que seáis docentes y no estéis en periodo de oposición, esa que luego también estos mismos políticos de máster por la patilla desprestigian, que no en pleno curso. A las familias desearos también unos felices días de asueto, para saborear y disfrutar si así podéis hacerlo de vuestros hijos, que son muy grandes, esperando que ningún descerebrao de la tiza os haya encasquetao un viaje de fichas y trabajos para estos días.
A todos, por lo que nos jugamos en el envite, os quería pedir para estas semanas próximas máxima atención y actitud crítica cuando oigáis la palabra educación mentada por políticos de uno y otro color, así como antes de decidir el voto, leer concienzudamente en sus programas que es lo que proponen a este menester, pero visto lo visto, viendo su habilidad para el embuste, y para el donde dije digo digo Diego, que casi mejor que no. ¿Qué sentido tiene perder el tiempo? Lean en estos días en su lugar un apetecible libro, que seguramente les hará pasar un buen rato, y nos hará a todos mejores personas, y eso ya es mucho como sociedad.
Y por cierto, si alguien todavía ingenuamente se dedica al estudio sesudo de estas líneas para descubrir mi inclinación política, y si me meto más con este o con aquel partido, ya le digo que no se moleste, me parecen todos iguales, y aunque evidentemente tengo mis predilecciones son estas bastante livianas. Si le diré, a él y a aquellos otros docentes que me leen, que una cosa tengo muy clara, mi voto irá para aquellos que sí o sí defiendan la educación pública en primer lugar, y en segundo para aquellos, los únicos, que propusieron y defendieron hace unos meses en el congreso bajar las ratios en educación, medida fundamental para aumentar la calidad educativa de verdad, mientras otros de la mano votaban en contra, o directamente se hacían el Tancredo. Porque si su papeleta apoyó a estos segundos, a mí luego no me vengan con lloros ni con quejas. Sarna con gusto no pica, dicen, pues eso. ¡Feliz Semana Santa!