– “El oficio que te escoge, el veneno que te atrapa” (Rulo y la Contrabanda). (VÍDEO DE DESPEDIDA EN EL SIGUIENTE ENLACE)
Desde la primera vez que escuché este magnífico tema que acompaña al vídeo de despedida, supe que lo acabaría utilizando tarde o temprano para uno de mis proyectos educativos. Hoy se me manifiesta por fin de forma clara y precisa la oportunidad de hacerlo, para apoyándome en el, poder poner en valor esta Semana Blanca 2019 que ahora termina y que conforma una actividad educativa totalmente diferente, alejada de aulas y libros de texto, pero no por ello menos valiosa, sino todo lo contrario, ya que hablamos de una verdadera educación para la vida. Este año de manera muy especial, la semana ha discurrido paralela a este blog de opinión educativa que tan atareado pero gozoso me tiene, siendo unos días de intensidad mayúscula, de desbordante y frenética actividad, de pocas horas de sueño, de muchas risas, también de algún susto, de grandísimas emociones pero sobre todo de muchísima satisfacción.
Son tantas las cosas que se me ocurren y tantos los recuerdos, algunos incluso se muestran ya lejanos en el tiempo, que aprovecharé los agradecimientos a todos los que habéis hecho posible esta actividad, para dar sentido y cuerpo a este resumen a modo de colofón, que hará de broche final de esta apasionante aventura. A todos vosotros pues van dirigidas estas sinceras palabras, por haber permitido que este servidor viva un año más, y ya son doce más uno de manera ininterrumpida, esta inolvidable experiencia, que si gratificante lo es en lo personal, todavía lo es más en lo profesional, suponiendo un regalo impagable, más si eres de Educación Física y apasionado del deporte, el poder compartir con tus alumnos y compañeros de profesión, estos días de educación, actividad física y convivencia en el idílico entorno del Pirineo Aragonés.
Así que empezaré agradeciendo enormemente a mi equipo directivo y a mi centro, al igual que al de mis otros compañeros de colegios vecinos, ya que estoy convencido de que mi voz es su voz en estas líneas, por seguir apostando firmemente por esta actividad no solo deportiva, sino como decíamos en el post de la pasada semana, también de autonomía, de habilidades sociales, de espíritu de superación, de vencer miedos, de afianzar puntos fuertes, de descubrir y saber gestionar aquellos que no lo son tanto, en definitiva, de una actividad con mayúsculas que todo lo engloba en cuanto al desarrollo integral de la personalidad del alumno, reconociéndola sin ambages y mostrándola orgullosos en sus proyectos educativos de centro, como una de las actividades estrella del mismo. No es fácil esta apuesta en unos tiempos en los que todo tiene que tener una pátina de bilingüismo o de innovación educativa, seguir confiando plenamente en una actividad aparentemente tan clásica y a la vez por su coste económico para las familias, tan poco democrática e inclusiva para todo el alumnado. Solo es entendible esta apuesta, dentro de centros que como los nuestros, fomentan convencidos una necesaria cultura de vida saludable, compaginando esta actividad con otras muchas de diversa índole pero de similar carácter, casi siempre enmarcadas dentro del área de Educación Física, asignatura que por otro lado continuamente se desprecia e infravalora, tales como: exhibiciones y práctica de escalada, tiro con arco, tenis, paddle, natación, actividad inclusiva con la asociación Aragua, carreras solidarias por el casco urbano, pruebas y juegos de orientación en el medio natural, salidas en bicicleta por las localidades vecinas, senderismo y montañismo a picos de la zona, competiciones comarcales de convivencia de Amigos Activos centradas en deportes alternativos y triatlón, o competiciones intercomarcales como Jugando al Atletismo, entre otras.
Agradecer en segundo lugar a las familias, principales responsables de que esta actividad sea posible. Ellas merecen todo mi reconocimiento, respeto y admiración. Por muchas cosas, pero aunque a todos nos venga a la cabeza en primer lugar por el esfuerzo económico que para ellas supone, quizá esta sea la causa a la que menos importancia doy. Podría ser por la apuesta clara que hacen por el deporte y la convivencia como vehículo esencial para la formación integral de sus hijos, que también, o incluso por la confianza ciega, tan complicada hoy día de encontrar, que depositan en nosotros, docentes, para poner en nuestras manos lo más preciado de sus vidas, sus hijos, pero tampoco. Lo que de verdad admiro, por lo que de verdad me quito el sombrero ante estas familias, es por aquello que considero francamente más complicado y difícil de manejar, como es la valiente gestión de las dudas, angustias y miedos, que sí o sí como madre y padre te surgen ante estas actividades de semejante envergadura: “¿Comerá bien?, ¿Tendrá cariños?, ¿Se sabrá organizar?, ¿Estará muy cansado?, ¿Y si no le gusta?, ¿Y si le pasa algo?”, sabiendo, o no sabiendo y simplemente echándole coraje e intentando ser positivos, subordinar las mismas al beneficio y también por supuesto disfrute de sus hijos e hijas. ¡Eso es lo verdaderamente difícil en educación! Pincharles la famosa burbuja de protección que perpetuamente les envuelve y dejadles salir al exterior, a enfrentarse al mundo por sí mismos, lejos de nuestros brazos protectores, comenzando a vivir una nueva vida en donde ellos toman sus propias decisiones.
Porque ellos son los verdaderos protagonistas de todo esto. Los niños. ¿Qué decir que no haya dicho ya? El coraje que han tenido, el aplomo demostrado antes las adversidades, lo maduros que han demostrado ser, lo que han trabajado, lo bien que se han llevado, como han cooperado, como se han comportado, todo lo que dijera es poco. Pero si he de elegir, sin duda, me quedo con su cariño, con su afecto sincero y sin dobleces. Y lo haré porque cada vez los alumnos tienen menos confianza en nosotros, sus profesores. Ya no es que no seamos su modelo predominante como hace tiempo, ahora los padres han conquistado ese terreno, sino que cada vez muestran más vergüenza y menos confianza en decirnos qué les pasa, cómo se encuentran, qué les acontece, viniendo para ello con la notita escrita de casa de puño y letra de los padres, que también han expropiado esa parcela. Es muy triste, pero es así. Y es aquí, en la nieve, cuando se acercan con lágrima incontenible que ya asoma y te dicen que echan de menos a sus padres, que si pueden tomar más leche, que se lo están pasando muy bien, que les duele la tripa, incluso se permiten el lujo de bromear contigo, de vacilarte los y las más mayores, es en este contexto de camaradería y complicidad, cuando recuperamos una relación con nuestros alumnos que nunca debimos de perder. Me quedaré por tanto con eso, con sus sonrisas francas, sus abrazos sinceros, sus divertidas ocurrencias, sus amargos llantos, sus pequeñas fechorías,… todo lo muestran, todo lo dan y todo lo comparten con sus compañeros y contigo, cuando se establece una necesaria distancia con los padres que les permite expresarse tal y como son.
Y por último a ellos. A mis infatigables compañeros. Han pasado tantos y tantos durante estos años que ya se me hace difícil acordarme de todos, pero sin embargo, sí que recuerdo todas y cada una de sus miradas cómplices, de sus gestos, de sus guiños de ojos sin que nos vieran los niños cuando había un problema que resolver sin que se enteraran. A todos se os echa en falta, ya que esta aventura todavía conserva algo de cada uno de vosotros, de esas pequeñas modificaciones e ideas que fuimos cogiendo de aquí y de allá para ir enriqueciéndola entre todos, hasta conformarla tal y como ahora la entedemos.
Como siempre me despediré diciendo que ha sido un enorme placer, no solo haber podido realizar esta actividad sino también el poder habérosla contado en primera persona. Aunque hay quienes me insisten año tras año de que no hace falta tanto, que todo lo que hacemos alrededor de esta actividad es demasiado, sigo empeñado en preguntarme ¿por qué es demasiado? ¿Acaso no lo veremos excesivo por la poca costumbre que hay hoy en día en educación, de estar en perfecta sintonía familias, docentes y alumnos? Lo que sí es demasiado, es la mala relación y los enfrentamientos continuos entre los unos y los otros, no esto, así que mientras chicos, padres y compañeros de aventura no digan lo contrario, nuca consideraré demasiado todo lo que se hace en torno a esta semana blanca.
Terminaré una vez más con la palabra de moda en educación, la emoción. Aquello de “La emoción de aprender” que tanto por todos lados se repite. La emoción, no la busquen en ultramodernas metodologías, en vanguardistas instalaciones, en novedosas técnicas educativas, en la innovación del todo por el todo. La emoción de aprender está aquí, en algo tan sencillo como convivir, confiar, querer, compartir, ayudar, sentir, fallar, reír, llorar, en definitiva, vivir. Vivir estas actividades complementarias que son necesarias y que merecen enormemente la pena, y que a buen seguro tal y como me dijo hace un tiempo una ex alumna, ahora ya universitaria, recordarán por el resto de su vida. Porque pasará el tiempo e irán olvidando a algunos de sus profesores, incluso a algunos de sus compañeros, de cómo eran sus aulas,… pero de lo que nunca se olvidarán será de todos y cada uno de los días que pasaron en la nieve, en la semana blanca, y con eso todo queda dicho.
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Siempre agradecido y en recuerdo de: la organización milimétrica y escrupulosa de José Miguel, el megáfono y voz de mando de Víctor, la ternura de Maribel, las enseñanzas de Fran Pardo, el empeño de Ana y Rubén, el pundonor de Raúl, la serenidad de Santi, los cuidados de Pablo, la simpatía de Conchi, la diligencia de David, las ganas de aprender de Edu y Javier, la eterna sonrisa de Ana, los cariños de Eva, la diversión de Espe, la ilusión de Dani, la paciencia de Miriam, la energía de Águeda, la disposición y convencimiento de sacarlo adelante de Gonzalo, y sobre todo la necesaria complicidad e impagable trabajo en la sombra de Raquel, sin ti esto no sería posible, así como la camaradería de la que ya es mi media naranja profesional en el Pirineo, mi amigo Fran, del que todavía sigo aprendiendo.
Actividad de matrícula de honor.
Siete años seguidos que esta actividad es obligada en mi casa.
Los cuatro posibles para Roberto. Dice que fue lo mejor que le a ocurrido en la vida, que no tuviéramos miedo de mandarlo con 8 años, cuando nos decían que era una actividad muy dura para tan pequeños y tantos días.
Y los tres posibles para Lorien que por suerte aún le queda otro. Y que con todas las anécdotas buenas que le contó su hermano nunca pensó en no ir, sino al contrario.
Espero que esta actividad y su entrega en los profesores no decaiga. Quedan muchos año para que Gines pueda ir
Besossss
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Seguro que será por muchos años más, de eso estoy completamente seguro.
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