EN BUSCA DE UTOPÍA. (Reflexiones sobre la nueva orden de deberes en Aragón)

orden

Prometí hablaros en mi último post, de la nueva orden publicada la semana pasada en el boletín oficial de Aragón, con motivo de los dichosos deberes escolares. Así que allá que voy. Aunque he intentado resumir y ser breve, aún así me da para dos capítulos bien diferenciados.

Considerando que las propuestas y orientaciones del documento, nacen de diferentes reuniones en las que se ha contado con la opinión de toda la comunidad educativa, y teniendo en cuenta que ese proceso ha estado coordinado por el foro de Innovación del Gobierno de Aragón, donde me consta hay excelentes compañeros y profesionales de la educación representándonos, intentaré abordar el tema con el máximo respeto que me merece, aunque no esté del todo de acuerdo con la redacción del documento, compartiendo eso sí el fondo del mismo, pero no la forma.

En este primer capítulo, me limitaré a compartir mis reflexiones en forma de dudas que me surgen, prefiriendo por una vez que sea el lector quien saque sus propias conclusiones a tenor de la exposición de las mismas, dejando aquí la orden, para poder así contextualizar y constatar citas. Resumiéndola un poco nos viene a decir, que se hace más que evidente en estos tiempos, pisar por una vez el freno del viaje educativo, para pararse en la cuneta con calma y consenso a reflexionar en profundidad, sobre si esas maletas que llevamos de carga a modo de equipaje llamados deberes, son más o menos necesarios, pertinentes, útiles, beneficiosos y en qué medida tienen sentido y acomodo dentro de esta nueva escuela que se quiere impulsar.

Aunque insisto no es mi intención hoy intentar convencer a nadie, diré de entrada que comparto cien por cien la idea central que trasciende al texto de que hay que debatir, acercar posturas y formalizar puntos de encuentro entre familia y escuela. Es primordial esa estrecha relación y ese restablecimiento de las relaciones siempre basadas en el respeto y la profesionalidad. Nos guste o no, la sociedad así lo está exigiendo y desde luego no podemos enclaustrarnos en los centros, haciendo de ellos un bunker ajenos a lo que fuera se está cociendo.

Ahora bien, no me parece para nada una postura ecuánime, querer apelar al diálogo y al debate sobre los deberes, cuando abiertamente desde la primera línea te posicionas abiertamente en contra repudiándolos: “… en muchas ocasiones destacan por ser repetitivos, puramente mecánicos, irreflexivos,  y descontextualizados, …”, “Los deberes como generadores de desigualdades”, “…las actividades culturales y de ocio se ven reducidas muchas veces por las tareas escolares”, o “Las tareas escolares generan unas obligaciones que en lugar de provocar deseo por aprender pueden derivar en situaciones de ansiedad y estrés”, corroborando la O.M.S. que “… España es uno de los países en donde hay un mayor porcentaje de niños y niñas que se sienten presionados por los deberes”, por citar unas cuantas entre muchas. De la misma manera se va dejando en el aire ese tufillo de que son los docentes y su inmovilismo metodológico, su poca permeabilidad a las nuevas corrientes y su posición hegemónica del proceso educativo que le confiere su supuesta libertad de cátedra (pág. 1624), quienes están perpetuando a sabiendas estas perniciosas prácticas.

Y es que han sido tantas las campañas orquestadas desde los medios y a veces desde la propia administración, colocando al docente como el enemigo de las familias en el proceso educativo, que algunas de ellas lo han llegado a creer. Tampoco les culpo. Al final todos somos víctimas del mismo sistema. Pero hay que ser corto de miras y malpensado, para a día de hoy todavía creer que el maestro de tu hijo o hija,  disfruta martirizándolo con miles de tareas y trabajos para casa, mientras se parte de risa al imaginar a los chicos sudando tinta y a los padres rojos de ira mentando a su madre y a sus muertos. Quién todavía lo crea así, está a años luz de poder participar en este debate. Lo harán, lo haremos, mejor o peor, pero que a nadie le quepa la menor duda de que buscamos lo mejor para nuestros alumnos, aunque a veces no lo consigamos.

También quiero reseñar convencido porque así lo he vivenciado, antes de pasar a exponer las cuatro o cinco dudas principales que el documento me genera, que para que un docente sea capaz de ponderar con precisión la verdadera dimensión del problema, este debe de ser padre. Padre actual, en presente, no me vale padre ya con hijos fuera del sistema. Se trata de juzgar y valorar las tareas escolares desde el contexto actual que vive esta sociedad. Sin duda, desde esa doble tesitura de padre y maestro, se aprecia con mucha más claridad las problemáticas de falta de tiempo que se aducen en los hogares, la conciliación familiar, el peso de las actividades extraescolares, los nervios, y en definitiva el malestar que se genera en muchos hogares, no en todos como la orden constantemente generaliza, a tenor de los deberes para casa. Pero también estoy muy convencido, y es necesario visibilizar, que cualquier padre o madre que defiende a capa y espada la abolición de los mismos, en virtud de su derecho a organizar el tiempo de su familia fuera del entorno escolar a su libre albedrío, cambiaría bastante, o por lo menos matizaría en gran medida sus palabras, cuando viera a muchos niños, puede que incluso a sus propios hijos, cruzarse de brazos y no hacer absolutamente nada, cuando la maestra indica que en el tiempo que queda de clase, pueden ir haciendo los dos o tres ejercicios de las tareas encomendadas para casa. Pasan olímpicamente. – “¿Para qué voy a hacerlos aquí yo solo?”, piensan.

  • ORIENTACIONES SOBRE EL ACUERDO DE TAREAS.

Resumiendo: Los deberes, si los hay, necesitan un drástico cambio de imagen. No sólo chapa y pintura sino a fondo. Deben de evitar ser los tradicionales de lápiz y papel, ser más creativos, contextualizados, que fomenten la participación de toda la familia y favorezcan la autonomía de los alumnos. Hay que evitar los tradicionales deberes repetitivos, monótonos y poco motivantes. Deben de estar individualizados al máximo, en función de los propios intereses de cada niño y también de los posibles de los padres, así como tener en cuenta el tiempo de los mismos para poder ayudar a sus hijos, su disposición y sus posibilidades, entendemos en forma de estudios, formación y/o estatus socioeconómico. Igualmente los deberes deberán de estar programados y temporalizados a conciencia, informando a las familias de los mismos con el suficiente tiempo de antelación, para que estos puedan organizarse en la ayuda de su realización. Por último los deberes aún así deberán siempre tener un carácter de voluntariedad, a ser posible a voluntad de los propios niños, que tienen el derecho a decidir si hacerlos o no, y aunque pueden servir para valorar el proceso educativo, nunca estos podrán ser evaluables, ya que no se puede calificar aquello que el docente no puede asegurar al cien por cien que lo ha realizado el propio alumno. Además los deberes de ninguna manera deben de mermar el derecho del niño a realizar otras actividades de tipo cultural o deportivo de forma extraescolar, preservando así su tiempo libre y su derecho a jugar, no poniendo igualmente en peligro su salud, por el estrés y la angustia que las tareas escolares están generando en este país en muchos niños.

Más o menos. Cada uno que saque sus propias conclusiones. Yo me limitaré a hacer preguntas.

  • Se seleccionarán aquellas que despiertan el interés, desarrollan la creatividad, favorecen la autonomía del alumnado.

En principio me parece una idea más que correcta y necesaria. Ya dije que hay que desterrar de las aulas aquello de: “Y para mañana las tres hojas siguientes”. Eso ya no puede ser. No tiene ningún sentido. Pero, ¿es posible plantear deberes “que despierten el interés” de todos alumnos por igual? ¿No será lo de plantear tareas individualizadas para cada uno de los alumnos una quimera, dentro de un sistema educativo con las actuales ratios? ¿No estaremos vendiendo algo inviable a día de hoy, que en vez de acercar posturas de unos y otros los enfrente todavía aún más?

En cuanto a la creatividad, ¿verdaderamente estamos convencidos que con estas tareas creativas, los padres están más de acuerdo y van a cambiar su predisposición hacia las mismas? ¿Acaso no se están escuchando cada vez más quejas hacia este tipo de tareas diferentes a las tradicionales, del tipo: “Yo no sé porque ahora les ha dao por mandar para casa tantas chorradas”, “No tengo vacaciones como ellos para estar aquí llenándome de purpurina con la puta estrella de navidad”, o el ya famoso e hilarante hilo twittero de @EugeniodOrs_ ,  cuando se encuentra un viernes de bruces con la pesadilla de tener que llevarse a casa a la mascota de infantil, un muñeco llamado Trapitos, para rellenar con él un álbum de fotos familiar, que acompañe a manualidades, dibujos y actividades creativas por el estilo? ¿De verdad estamos seguros?

Como contrapunto a esas tareas creativas, el documento insiste en deslegitimar de lleno aquellas otras tareas más tradicionales, meramente repetitivas y mecánicas, por considerarlas poco motivantes e inservibles. Nos emplaza de nuevo a escuchar las voces provenientes del campo de la Neurociencia, (aquella de resultados con una base empírica más que dudosa), y nos instruye diciéndonos: “Solo emociona aquello que conecta con tus pasiones, es difícil entonces que los clásicos (deberes) lleguen a generar aprendizaje”. Y mi pregunta es, ¿acaso no se aprende a leer o a realizar cálculos mentales, por puro entrenamiento de repetición? ¿Hay algún aprendizaje que se pueda impulsar desde el entorno escolar, y que sea más importante para la vida de los niños que estos?

  • Adecuación de las tareas al perfil del alumnado. Se tendrá en consideración la diversidad de modelos y entornos familiares que influye decisivamente en el planteamiento del diseño de las tareas, pues se dan distintos grados de implicación de las familias en el proceso educativo. Por ello, es necesario configurar trayectorias personales.

Que las tareas se amolden a la diversidad de entornos familiares igualmente me parece una gran idea, si no fuera precisamente por eso, por la diversidad, cada vez más grande, de entornos familiares y tipos de familias existentes en esta sociedad. Volvemos a lo mismo. O esto se convierte en una especie de lección particular con ocho o diez alumnos por aula, llevando la individualización de la enseñanza a su máxima expresión, que ojalá así fuera, o estamos construyendo castillos en el aire.

Si aún así se consiguiera, si pudiéramos individualizar las tareas escolares a tenor de la disposición paterna de cada uno de nuestros alumnos, ¿qué pasaría con aquellos alumnos que tristemente cuentan con entornos familiares desestructurados, sin ningún tipo de disposición paterna por la formación y el progreso educativo de sus hijos, escenario que aunque parezca mentira, se presencia en los entornos escolares mucho más de lo que parece? O en el extremo opuesto, ¿qué habría que hacer con aquellas otras familias excesivamente implicadas y predispuestas, con un desmedido espíritu de perfección y competitividad educativa, que de manera flagrante machacan y torturan a sus propios hijos siempre en busca de la matrícula de honor? ¿Dónde quedan los derechos de estos otros niños? Que en estos tiempos, el criterio de los docentes frente a las tareas escolares está puesto en entredicho no es ningún secreto, pero desde luego tampoco va a ser mejor el criterio del padre, solo por el mero hecho de serlo.

  • Con el fin de garantizar una evaluación objetiva y formativa, solo podrán calificarse aquellos procesos cuya realización por parte del alumnado pueda ser comprobada por el profesorado.

Entonces, ¿quiere decir esto que hasta ahora no evaluaban objetivamente los docentes, porque algunos de ellos tenían la malísima costumbre, de dejar un pequeñísimo tanto por ciento de la nota global a las tareas diarias, corrección de cuadernos, trabajos, etc.? Si es así, y todos estos baremos quedaban reflejados en los proyectos educativos de centro, supervisados y aprobados por la propia administración educativa, ¿quién entonces hasta ahora ha estado auspiciando estas “negligentes” evaluaciones sino ellos mismos? Entiendo por tanto que solo tendrán validez para la calificación final, aquellas pruebas hechas de puño y letra por el alumnado, siempre realizadas en presencia de su maestro, es decir, exámenes escritos presenciales, pero entonces ¿dónde queda la evaluación del proceso, formativa, del día a día y todo eso que nos decían antes? ¿Qué diferencia va a existir entre la evaluación de un niño de seis años de primero de primaria y la evaluación de un alumno universitario?

  • Las familias no deberían ser responsables de que sus hijos hiciesen o no los deberes, esto es algo que deberían asumir los alumnos y resolverse en el aula. Sumado a: El verdadero control del proceso de enseñanza aprendizaje debe recaer sobre el docente, que es el auténtico especialista, no sobre las familias.

Cuidado porque sin matizarlas pueden al leerse juntas convertirse en afirmaciones tremendamente engañosas. La responsabilidad de la tarea escolar debe de recaer por supuesto en los alumnos, en eso estamos totalmente de acuerdo y que en gran parte, el control del proceso educativo debe recaer en el docente, también, pero ojo, ¿no estaremos eximiendo o intentando descafeinar con la excusa de los deberes, a las familias de su cuota de responsabilidad y obligaciones adquiridas como padres?

Nombra la orden al juez de menores Emilio Calatayud para recordarnos lo siguiente: “Los niños no son ciudadanos del mañana, sino que gozan de plenos derechos”. También yo para cerrar esta última cuestión y el capítulo de hoy quiero acordarme del carismático juez, y contestar con otra de sus sentencias, aquella que con asiduidad nos recuerda a las familias sobre artículo 154 del Código Civil que dice: Los hijos no emancipados están bajo la potestad de los padres. La patria potestad se ejercerá siempre en beneficio de los hijos, de acuerdo con su personalidad, y con respeto a su integridad física y psicológica. Esta potestad comprende los siguientes deberes y facultades: Velar por ellos, tenerlos en su compañía, alimentarlos, educarlos y procurarles una formación integral”.

Continuará…

*Título extraído de la Unidad Didáctica para la Paz del área de Ed. Física, integrada en el proyecto ganador a nivel nacional de innovación educativa en el 2005, del maestro zaragozano Martín Pinos Quílez.

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